sábado, 18 de octubre de 2008

El estreno

Ya es hora de soltar el exceso de toxinas cerebrales en algún sitio. No vamos a sentar cátedra sobre nada aquí, sencillamente descargar estados de ánimo y pensamientos en forma de cadenas sintácticas. Hoy no tengo muchas, así que estrenaré la sección con un pequeño relato que ya tenía escrito, a ver si os gusta.

LA NAVIDAD
Adoro la Navidad. Se que algunos me pueden tachar de hipócrita, pero que le voy a hacer. Por mi educación, no puedo evitar ese cosquilleo en el estómago que se produce cuando llegan estas señaladas fechas. No voy a engañarme: a todos nos gustan esos banquetes puntuales que nos damos cuando llegan las noches mágicas, a todos nos gusta que nos regalen cosas, aunque sea una vez al año y, sobre todo, a todos nos gusta volver a encontrarnos con los que están fuera.
No lo voy a negar: el simple hecho de que pongan el alumbrado en la ciudad cuando empieza Diciembre ya me cambia la carita. Que nos perdonemos mutuamente en estas fechas no me parece un acto de hipocresía, ya que creo que más vale que nos llevemos bien una vez al año que ninguna.
Ya no es edad para ilusionarse con los reyes magos o Papa Noel, pero, ¿y la carita de esos miles de niños que disfrutan como lo que son cuando llega el día? El consumismo es exagerado, verdad, pero tampoco creo que sea un crimen regalar cosas a tus seres queridos alguna que otra vez. Es una pena que mis seres queridos murieran de hambre hace 2 meses, y que yo haya nacido en Somalia.