martes, 3 de febrero de 2009

Confesiones de Juan Zumalacárregui, un cura moderno

Creo que el culpable de todos los desastres humanos es precisamente ese: el buscar culpables a todo. Puede parecer paradójico, pero es -sin duda- el primer paso para acceder a la venganza, primero, y al desastre después. Por supuesto que la estupidez humana tiene bastante que ver con todo esto… Sin duda, es la estupidez innata del hombre la que nos lleva a buscar a ese "culpable". Culpable de una guerra, de un incendio, de un atentado... Si realmente investigáramos a fondo las causas y detonantes que llevan a una persona a ser culpable de algo, seguramente nos encontraríamos con que hay varios "culpables" anteriores que le han llevado a actuar así -sean los que sean: la sociedad, otra persona, una idea inculcada...-. Si siguiéramos la cadena de culpables, acabaríamos casi en el homo erectus.

Sin embargo, el alto coste de este proceso nos hace señalar como culpable a la persona física que realiza el acto, sin tener en cuenta qué factores han intervenido desde fuera, contextualmente, para que esta persona llegue a actuar así. Es otro detalle que deja a las claras la hipocresía humana a la hora de juzgar a alguien, de etiquetarle un rol, de asignarle una personalidad sólo por un hecho aislado. Pero claro, pasa como con la democracia: dicen que funciona. Dicen que funciona porque sería realmente lento y voluntarioso el buscar una solución políticamente más avanzada que la que nos dejaron un grupo de griegos hace mas de 2000 años.

Pero claro. Funciona. Hemos sufrido en un siglo atrocidades en nombre de la democracia que casi igualan a las cometidas en nombre de la ensaladilla. De todas formas, no las voy a enumerar aquí, ya que lo que la televisión ha relativizado y convertido en indiferencia, no lo voy a conseguir cambiar en esta reflexión. Pero funciona. Pues por la misma causa, creo que tenemos la justicia que tenemos, porque a los de arriba no les conviene cambiarla, solo tirar colchonetas. Al final llegamos a lo de siempre: al yo. Yo, que es increíble las cosas que pienso con tal de distraer la mente y aguantar, al menos, un minutito más con esta imponente rubia sin correrme. Los 50 euros hay que amortizarlos.

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